En el boho, con permiso de Dakota Johnson, hay vida más allá del verano. De hecho la vertiente más interesante de esta tendencia que promete ser eterna se desarrolla en otoño, cuando las hojas caen, los colores se apagan y el asfalto se moja. Ahí es cuando la despreocupación ibicenca alcanza una nueva dimensión en manos del libro de estilo otoñal. Sí, el boho puede y debe ser practicado entonces casi con más devoción que durante los meses estivales y Dakota Johnson, experta en estas lides, lo sabe.
Es un boho más de Stevie Nicks que de Paris Hilton, de Halloween que de Midsommar. Es un boho que en definitiva se adapta a la creciente oscuridad de una estación que anuncia la llegada de temperaturas gélidas y vientos helados. Los tejidos se hacen más gruesos, aparecen los abrigos y chaquetas y las sandalias dejan paso a zapatillas Converse y botines.
El último estilismo de Dakota Johnson, firmado por Chloé, es una muestra de esta vertiente otoñal: un vestido de punto grueso y calado combinado con botines negros y bolso de piel que, eso sí, no se ha desprendido de otros elementos estivales que de alguna manera siempre han caracterizado a la estética boho. Hablamos de las transparencias y las mangas mariposa, así como de los collares y anillos que Johnson suele incluir en sus looks. Es boho, pero boho de otoño. Boho de brujas y no de hippies.
