Con alrededor de 100 mil unidades productivas dedicadas al sector textil y confecciones en funcionamiento en el país, la situación se complica debido al cierre de mercados en naciones vecinas como Argentina, Paraguay y Brasil, afectados por factores cambiarios y condiciones adversas. Este panorama desafiante se extiende al mercado interno, afectado por la crisis, el contrabando y la presencia de ropa usada, llevando al cierre de numerosas unidades productivas. La competencia desleal, impulsada por comerciantes informales y contrabandistas, agrava la situación, perjudicando a aquellos que operan legal y formalmente.
La crisis también impacta negativamente en el mercado paraguayo, que ya no representa un consumidor significativo, y en el mercado peruano, que ha disminuido en los últimos 10 a 15 años. La situación crítica afecta especialmente a las microempresas y pequeñas empresas en Bolivia, especialmente en Santa Cruz. Muchas de estas empresas han optado por externalizar la producción, enviando la materia prima a países como Perú para su confección, debido a los altos costos de producción en Bolivia, lo que dificulta la competitividad. Perú, con mejor tecnología y eficiencia, se ha convertido en una opción atractiva, siendo descrito como una especie de «China Sudamericana».